Para la mayoría de los ciudadanos no entendidos en temas de construcción, la diferencia entre condensación y humedad es inexistente. Sin embargo, son dos manifestaciones de patologías constructivas que tienen causas muy distintas y soluciones diferentes.
Las humedades siempre tienen su origen en la filtración de agua, ya sea por capilaridad (agua que sube desde el terreno) o proveniente de la cubierta, fachada o de cualquier otra fuente. La manifestación más clara de una humedad es la aparición de manchas amarillentas, eso nos hará detectar que tenemos un punto de entrada de agua.
La solución a aplicar dependerá de la ubicación del problema, pero en la mayoría de los casos se solucionará mediante productos impermeabilizantes.
Las condensaciones tienen su origen en la formación de puentes térmicos (zonas de la envolvente térmica donde existen pérdidas caloríficas).
Suelen ser debidos a:
– la geometría (esquinas y/o aristas de pilares, vigas)
– fallos en la construcción (no se dejó la cámara de aire necesaria entre las hojas del cerramiento de fachada, se macizó el perímetro de las ventanas)
El principal síntoma de este fallo podría ser lo que conocemos como «las ventanas nos lloran», aparición de gotas de agua en marcos y/o vidrios de la carpintería exterior.
– falta de aislamiento, lo que hace que haya un flujo de calor y/o frío entre el exterior y el interior de la vivienda
Aparecerán en forma de multitud de pequeñas manchas negras, normalmente formando una línea que nos indicará si el problema es del pilar (línea vertical), horizontal si es de las vigas o el forjado.
La solución a aplicar en la mayoría de los casos será la aportación de aislamiento térmico creando una cámara intermedia que evita la transmisión entre la hoja exterior e interior de la fachada.
Para cualquier trabajo que necesite realizar en casa para abordar cualquiera de estas patologías aconsejamos el asesoramiento de profesionales, ya que las soluciones deben ser estudiadas individualmente para cada situación.